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jueves, 14 de octubre de 2010

REFLEXION, ESTRATEGIAS DIDACTICAS ¿PARA QUE?


(*)Lic. Stella Bruzzone.


Durante mi recorrido profesional, he tenido el privilegio de visitar muchas aulas, instancia en la cual me he encontrado con situaciones que generan malestar. Cuando hablo de espacios áulicos no discrimino entre espacios de educación especial o común.
Cuando estamos en situación de ofrecer un objeto de conocimiento u observo como un docente lo hace, me pongo en el lugar del que tiene que apropiarse de el, es decir en el lugar del alumno.
Teniendo en cuenta la afinidad o no con determinados contenidos curriculares o el mayor o menor grado que éste nos ofrezca a la hora de tratar de apropiarnos del mismo, me he detenido en pensar en la importancia que cobra el contexto generalizado en el que se brinda, y dentro del mismo incluyo, nuestros estados emocionales, el lenguaje corporal del que lo brinda, la flexibilidad o rigidez de la dinámica y espacios donde las clases se brindan.
Las estrategias a las que podemos apelar para introducir lo “nuevo”, son infinitas; y en este punto me detengo un momento para agregar que la estrategia se puede construir junto con el grupo. Sí, incluir a los niños, adolescentes o adultos dentro de la dinámica de este intercambio, en el que si bien el docente “supone un saber”, el intercambio, el feed back al respecto es permanente.
Sabemos que en este proceso aprende el que enseña y el que recibe estos conocimientos del otro, la vida es un aprendizaje constante y depende de nuestra predisposición a la flexibilidad para poder generar un clímax de trabajo ameno y afectuoso que este objeto que tiene que ser aprendido, tendrá mayores facilidades de ser interiorizado o al menos que el contacto con el mismo no deje una huella de malestar.
Tampoco podemos perder de vista que todos somos diferentes, y que en determinadas disciplinas la capacidad no será la misma para todos, las capacidades son múltiples, por lo tanto un recurso muy productivo es el trabajo áulico grupal, pues si propiciamos que el grupo funcione como tal, y en el tenga un espacio cada uno con su característica; tenemos la posibilidad de que el estudiante no se quede al margen total de la propuesta haciendo tiempo hasta que termine la hora, sino que podrá hacer su aporte desde el lugar de sus posibilidades que sea, y nos podemos llegar a sorprender gratamente, cuando el que nunca trabajaba, se suma a la actividad realizando además un intercambio inter subjetivo y social que sumará en la cohesión del grupo.
Interpelemos a los que están del otro lado del escritorio a que nos hablen de sus conocimientos sobre los temas, aunque sea desde el sentido común, aunque a veces implique “irse por las Ramas” para volver a lo planteado inicialmente, preguntémonos qué nos dice, que otras opiniones sobre esto tienen otros, garabateemos palabras en el pizarrón hasta arribar al concepto “que lo puedan construir”, que se equivoquen, que corrijan, se puede borrar y tachar, se puede volver a escribir.
Y vuelvo a esto de ponerme en el lugar del estudiante, yo también necesito ser escuchado, que mis conocimientos sean valorados por el otro, aun en las diferencias, aunque parta del error, después de todo alguno de nosotros ¿nació sabiendo?
La plasticidad a la hora de replantearse todo lo que tenemos en mente al iniciar una clase, repito de la índole que sea, el hecho de que los otros nos pongan a hacernos preguntas a dudar, a buscarla forma de que nadie quede por fuera, es un ejercicio saludable y es didáctica colegas, desplegar todas las posibilidades para que lo que brindemos no quede en un mero apunte o en una fría nota acerca de algo que en poco tiempo no tendrá ninguna relevancia en nuestros conocimientos si no pudimos apropiarnos de ellos.

1 comentario:

  1. Agradezco la publicación de mi escrito, ha sido una grata sorpresa. Lic. Stella Bruzzone.

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