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domingo, 31 de octubre de 2010

HOMENAJE A JOSE DE LAVARDEN



(*) JUAN DIEGO CARBONE para LABELGRANO





Centro Cultural Provincial Manuel José de Lavarden.
Manuel José de Lavardén nació enBuenos Aires, se cree que el 31 de octubre de 1754 – fallecio en Colonia del Sacramento, en 1809, abogado, docente, dramaturgo y periodista rioplatense. No existen imágenes ni retratos de este argentino que fuera uno de los precursores de la Revolución de Mayo

Su padre, Juan Manuel de Lavardén, era un abogado nacido en Charcas, jurisconsulto asesor de los virreyes Pedro de Ceballos y Juan José de Vértiz, además de ser uno de los responsables de la expulsión de los jesuitas.

Manuel José cursó estudios de leyes en las Universidades de Chuquisaca, Granada, Toledo y Alacalá de Henares. Sin embargo, nunca se recibió de doctor en leyes.

Regresó a Buenos Aires en 1778 y dictó cátedra de filosofía en el Real Colegio de San Carlos, donde era rector el canónigo Maciel, que lo admiraba como erudito, poeta y pensador. Fue miembro del Cabildo de Buenos Aires y de la Junta de Temporalidades, organización encargada de administrar los bienes de los expulsados jesuitas.

Su primer escrito notable fue una Sátira que ridiculizaba a los poetas limeños,en respuesta a uno de ellos, que había atacado a Buenos Aires. Pero lo consagró una tragedia en verso de 1786, Siripo, la primera obra de teatro no religiosa escrita en la actual Argentina, que cuenta la destrucción del fuerte Sancti Spíritu y la vida de la legendaria Lucía Miranda. La mayor parte de la obra se perdió más tarde, y sólo se conserva el segundo acto.

Ese mismo año se asoció a un capitalista para la administración de una estancia en la Banda Oriental, cerca de Colonia. Tras varios años en que intentó mejorar la ganadería de la zona, incluso traer ovejas merinas de España, se independizó de su socio y estableció un saladero. Un juicio por un sueldo atrasado lo llevó a la cárcel; se instaló nuevamente en Buenos Aires, donde se dedicó a trabajar como abogado y a escribir.

En 1792 anunció la presentación de otras dos obras, de contenido más clásico y europeo, pero el incendio del Teatro de la Ranchería impidió su representación y destruyó los originales. Por esa época escribió un poema, La Inclusa, que fue censurado por la Iglesia.

Su obra más conocida fue la Oda al Paraná, publicada en el primer número del Telégrafo Mercantil, periódico fundado por Francisco Cabello y Mesa en 1801, a instancias de Manuel Belgrano, y que fue el primer periódico de Buenos Aires. Era una composición netamente neoclásica.

Participó también de la fundación de una Sociedad Patriótica, que tenía por fin el estudio de las ciencias y su difusión entre los porteños ilustres de la época, además del sostenimiento ideológico y económico del Telégrafo Mercantil. Si bien la Sociedad murió poco después de fundada, Lavarden continuó colaborando con el periódico; pero no como poeta, sino como periodista y divulgador de las ciencias y de conocimientos mercantiles y navales.

Durante la primera de las invasiones inglesas se unió al ejército que había reunido Santiago de Liniers en Montevideo como auditor de guerra. Se adelantó al desembarco de éste en Buenos Aires unos días, de modo que coordinó el ejército que venía de la Banda Oriental con los cuerpos de caballería deCornelio Zelaya y Juan Martín de Pueyrredón. Tras la Reconquista, secundó en el Cabildo abierto del14 de agosto de 1806 la gestión de Martín de Álzaga y Joaquín Campana en favor de la suspensión del virrey Rafael de Sobremonte.

Tras la victoria, asesoró literariamente al nuevo poeta favorito de Buenos Aires, Vicente López y Planes, y prácticamente le dejó el lugar de privilegioque tenía en el gusto popular. No volvió a escribir, e intentó seguir con el saladero de Colonia; el mismo que más tarde pasaría a manos de Guillermo Brown.

Tuvo serios problemas económicos en sus campos orientales, tal vez derivados de las invasiones inglesas, y se sabe muy poco de su último lustro de vida. Posiblemente sufrió un infarto a fines de1808, que lo alejó de la vida social. Se instaló definitivamente en Colonia. Allí falleció en noviembre de 1809, unos meses antes de la Revolución de Mayo, que en cierto sentido, al menos el cultural, había anticipado.

EN MEMORIA DE MANUEL JOSE DE LAVARDEN, SU POEMA MÁS CONOCIDO. "ODA AL PARANA"

Al majestuoso río del Paraná, del doctor don Manuel de Lavardén, auditor de guerra del ejército reconquistador de Buenos Aires.

ODA AL PARANA

Augusto Paraná, sagrado río

,primogénito ilustre del Océano,

que en el carro de nácar [1]refulgente,

tirado de caimanes,recamados

de verde y oro,vas de clima en clima,

de región en región,vertiendo franco suave

verdor y pródiga abundancia,

tan grato al portugués, como al hispano:

si el aspecto sañudo de Mavorte,

si de Albión los insultos temerarios [2]

asombrando tu cándido carácter,

retroceder [3]te hicieron asustado

a la gruta distante,que decoran

perlas nevadas [4],ígneos topacios,

y en que tienes volcada la urna de oro [5]

de ondas de plata [6]siempre rebosando

;si las sencillas ninfas argentinas

contigo temerosas profugaron,

y el peine de carey allí escondieron,

con que pulsan y sacan sones blandos

en liras de cristal, de cuerdas de oro,

que os envidian las deas del Parnaso;

desciende ya, dejando la corona

de juncos retorcidos, y dejando

la banda de silvestre camalote [7],

pues que ya el ardimiento provocado

del heroico español, cambiando el oro

por el bronce marcial [8],te allana el paso,

y para el arduo, intrépido combate

Carlos presta el valor, Jove los rayos.

Cerquen tu augusta frente alegres lirios

y coronen la popa de tu carro;

las ninfas te acompañen adornadas

de guirnaldas, de aromas y amaranto;

y altos himnos entonen, con que avisen

tu tránsito a los dioses tributarios.

El Paraguay y el Uruguay lo sepan,

y se apresuren próvidos y urbanos

a salirte al camino, y a porfía,

te paren en distancia los caballos

que del mar patagónico [9]trajeron

,los que ya zambullendo,ya nadando,

ostentan su vigor, que, mientras llegan,

lindos céfirostengan enfrenado.

Baja con majestad, reconociendo

de tus playas los bosques y los antros.

Extiéndete anchuroso,y tus vertientes

,dando socorros [10]a sedientos campos,

dan ideacabal de tu grandeza.

No quede seno que a tu excelsa mano

deudor no se confiese.Tú las sales

derrites,y tú elevaslos extractos

de fecundos aceites;tú [11]introduces

el humor nutritivo,y suavizando

el árido terrón, haces que admita

de calor y humedad fermentos caros.

Ceres [12] de confesar no se desdeña

que a tu grandeza debe sus ornatos

No el ronco caracol, la cornucopia,

sirviendo de clarín, venga anunciando

tu llegada feliz. Acá tus hijos,

hijos en que te gozas, y que a cargo

pusiste de unos genios tutelares

que por divisa la bondad tomaron,

céfiros halagüeños [13] por honrarte

bullen y te preparan sin descanso

perfumados altares en que brilla

la industria popular, triunfales arcos

en que las artes liberales lucen [14]

y enjambre vistosísimo de naos

de incorruptible leño [15], que es don tuyo,

con banderolas de colores varios

aguardándote está. Tú con la pala [16]

de plata, las arenas dispersando,

su curso facilita.La gran corte

en grande escala espera. Ya los sabios,

de tu dichoso arribo se prometen

muchos conocimientos más exactos

de la admirable historia de tus reinos [17],

y los laureados jóvenes, con cantos

dulcísimos de pura poesía [18],

que tus melifluas ninfas enseñaron,

aspiran a grabar tu excelso nombre

para siempre del Pindo en los peñascos,

donde de hoy más se canten tus virtudes

y no las iras del furioso Janto.

Ven, sacro río, para dar impulso

al inspirado ardor: bajo tu amparoc

corran, como tus aguas, nuestros versos.

No quedarás sin premio (¡premio santo!).

Llevarás guarnecidos de diamantes

y de rojos rubíes, dos retratos,

dos rostros divinales que conmueven:

uno de Luisa es, otro, de Carlos.

Ves ahí, que tan magnífico ornamento

transformará en un templo tu palacio;

ves ahí para las ninfas argentinas

,y dulce cantar, asuntos gratos.

Notas del autor (Manuel José de Lavarden)

1. Hay en el Paraná multitud de conchas, que fácilmente se descascaran, y muestran un bruñido nácar que puede ser un ramo de industria. Los paraguayos las emplean en embutidos.

2. Bloqueo de los ingleses.

3. No deben olvidar los amigos del país el raro fenómeno de haberse echado menos en los cinco años pasados el ordinario crecimiento del Paraná, y las grandes resultas de este acontecimiento con respecto al comercio interior, y cría de ganados. De semejante suceso no hay noticia, y se ignora la causa. El año presente (1801) volvió a su ordinario curso.

4. La laguna Apuper, después Santa Ana, hoy de las Perlas, las ha dado pequeñas en su orilla. El fondo no se ha reconocido.

5. Nace el Paraná en las minas de oro de los portugueses.

6. Se alude al nombre del Río de la Plata que le dio el genovés Gaboto, impropiamente, no criándose este metal en sus provincias, por lo que debiera mantener el nombre de Río de Solís, del descubridor.

7. El camalote es un conocido yerbazo, que se cría en los remansos del Paraná.

8. Aprestos navales del gobierno y consulado contra los corsarios ingleses.

9. Hállase en la costa patagónica un marisco, que tiene en su pequeño tamaño, que será de cuatro pulgadas, la bizarra figura de los caballos del carro de Neptuno. Ignoramos si en otras partes los hay de más bulto, o si lo deben a la fecundidad griega. Su cabeza remeda con propiedad la de un caballo, y la cola torcida acaba en alas, como se pinta frecuentemente. 1

10. La Sociedad Económica tenga por objeto, aunque sea único, indagar el nivel de los terrenos, para proporcionar el regadío a nuestros campos, cueste lo que cueste; si no puede ser por ahora, para de aquí a dos siglos. El terreno, sin una piedra, se brinda. Conseguido esto, véase aquí el pueblo escogido.

11. Indícanse los objetos del periódico y la Sociedad.

12. Agricultura.

13. Buenos Aires.

14. Industria, artes, navegación.

15. No se sabe a dónde llega la riqueza de madera que poseemos. Cada vez que se registran los montes se tropieza con un portento. Se ha probado para curvas eltortuoso tataná, madera muy dura, tenaz del clavo, muy ligera, y que no arde.

16. Debe pensarse muy seriamente en cerrar a las arenas la entrada en los puertos de este río.

17. Historia natural.

18. Ultimamente la poesía que todo lo anima y hace llevaderas las tareas más estériles.

Publicado en "El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiógrafo del Río de la Plata", Buenos Aires, n° 1, miercoles 1° de abril de 1801, pp.4-7

Centro Cultual Provincial Manuel José de Lavarden

el Telegrafo Mercantil

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